Literaria, ungida en flores,
tus costillas de aislada resonancia,
el miriñaque, las cajas de mentir
con tanto arte.
A solas. Capaz de treinta cigarrillos
más el hambre, y las palabras
que murieron. La noche de oscuro yeso,
la puerta de morir cada mañana,
y ese frío en el contorno de los ojos
por la sucia industria del invierno.
Algo hemos hecho, y a veces lloro.
Nos leímos el amor en la feroz temperatura
de una rosa. Quizás me olvides, invicta
en la tristeza de tu pelo.
Pasionaria, luna en la boca. Oigo tus
pasos alejarse en las últimas lluvias de
septiembre. No te des vuelta, que dónde
vayas no te alcance la nostalgia .
Aquí he caído, soy otro vago debajo de los
puentes, quebrando el fémur de las horas,
bebiendo el vino de tu sombra, ajeno
al mundo para siempre.
Mauricio Escribano
Imagen Abril Peiretti
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