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Para mirarte en todos los cristales de Bohemia
o sea para encerrarte en mis ojos y anudar tu pelo
a ese otro mundo que ocupa mi cuerpo. Tuve que
situar en agüita de flores un altar que multiplique
nocturnas mariposas.
Justo salías de la luna a la velocidad de la tristeza.
Y gritaban tus raíces arrancando los caminos
mientras te perseguía en una noche de infancia.
A tu modo ibas cayendo del vestido -que se abría
en soledad- y por cada barbaridad que decías al temblar
yo quería columpiarte boca abajo.
Mauricio Escribano
Imagen Noelle Buske
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